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Diego Conno

—Publicado el 16 de mayo de 2016—

En el marco del Ciclo “Repensar la política. La Argentina que se viene” Diego Conno, docente e investigador de la UNAJ, problematizó sobre conceptos de ciudadanía, hegemonía, antagonismo para comprender el nuevo escenario político, cultural y social de la Argentina y de la región.

Bajo el título “Nuevos antagonismos, nuevas hegemonías. Los desafíos actuales de la teoría y la política argentina” Conno planteó un análisis desde una perspectiva de la fillosofía política, a partir de aproximaciones a la cuestión de la derrota electoral y cómo hacer para que no se transforme en una derrota política.

Sobre el nuevo contexto poselectoral, el politólogo aseguró que “el macrismo ganó el Estado antes de ganar las elecciones. Las elecciones fueron el último escalón que tuvo que pasar porque ya había creado un clima cultural, político, ideológico que hizo que se corra el centro de la política hacia los marcos que había establecido ese movimiento político”.

Al abordar la pregunta sobre este cambio de ciclo en el marco de una serie de experiencias de distintos gobiernos populistas en la región manifestó: “Se lo puede pensar como un retroceso o interrupción pero no como restauración. De hecho, cuando se habla de nuevas derechas, de cuál es el carácter de novedad de estas derechas se dice que son más modernas e inteligentes, que ganan elecciones democráticamente, que no vuelven a las privatizaciones o que mantienen ciertos programas sociales. Yo dría que eso no es un logro de las derechas sino que es un logro de la memoria viva, de la democracia y de la experiencia de los gobiernos nacionales y populares que desplazaron el eje y los marcos epistemológicos y ontológicos de la discusión política, de lo que es posible hacer o no hacer en cuestión de gestión de gobierno”.

Este punto lo ilustró con algunos resultados del último informe de Latinobarómetro y Flacso sobre orientaciones ideológicas. “Un 60 % de los argentinos prefiere la intervención del Estado en la economía que la manos invisible del mercado. Más del 50 % elije las alianzas con los países de la región que con los llamados países del primer mundo. Más del 50% entiende que la igualdad es un concepto más importante que el de libertad. Son datos que resultan para pensar en esta cultura política que se ha cristalizado en estos años y forma una suerte de piso común sobre las que se están llevando acciones de gobierno”.

Planteó además como idea fuerte el concepto de ciudadanía “porque quizás haya habido un cierto déficit de construcción de ciudadanía en estos años. Marx decía todo sistema de producción necesita, al mismo tiempo que produce, generar sus condiciones de reproducción. Si nos preguntamos qué se produjo en estos años, podemos decir que se produjo muchísimos consumidores, bastante militancia y se produjo muy poca ciudadanía. Nosotros en general tenemos una concepción liberal de ciudadanía. La ciudadanía también es el gesto que permite generar el derecho que se está reclamando o declarando”.

En tanto sobre las primeras medidas del nuevo gobierno “de un solo golpe y por decreto”, Conno consideró que dan cuenta” no de su fortaleza sino de su debilidad; de la imposibilidad de poder hacer esto de una manera consensuada”.

Poder, hegemonía y antagonismo

Mientras que “el poder es homogéneo, estable y permanente, la hegemonía – por el contrario- es inestable, maleable y contingente. Uno puede decir entonces que lo que hubo en América Latina fue una experiencia contrahegemónica al interior de un régimen de gubermentalidad neoliberal. No significa ignorar los cambios que se hicieron sino pensar los límites de un proyecto de transformación social, con sentido democrático, emancipatorio, igualitario si no se tocan aspectos centrales del poder. Para este análisis es importante tener en cuenta la incorporación de nuevos actores a la esfera política, la política – como espacio de subjetivación política tiene que ver fundamentalmente con eso, la creación de nuevos actores”, señaló.

“Sabemos del carácter inerradicable del antagonismo. Hay política porque hay conflicto, si no hubiese conflicto no habría política sino que habría simple administración de las cosas. El reconocimiento del conflicto no es una cuestión menor porque significa reconocer la pluralidad de la sociedad, heterogeneidad, distintos valores, intereses, deseos. En todo caso lo que tenemos que hacer es pensar los antagonismos, no en abstracto sino reconocerlos en su historicidad histórico- social. Es decir, cuales son los antagonismos, los conflictos, las luchas políticas, culturales y sociales presentes y qué relaciones tienen esos antagonismos, esas luchas, esos conflictos con el pasado. Pero al mismo tiempo, qué posibilidades hay de articular esos diversos antagonismos, es decir, construcción de hegemonía, capacidad de articular heterogeneidades de deseos, intereses, valores, convertirlos en sentido común, en ideas fuerza, en ideas dirigentes, rectoras”, sostuvo.

“Me parece que uno de los mayores desafíos es construir un proyecto político más autónomo respecto de un triángulo de poder en el que se han consolidado los proyectos políticos en América Latina emancipatorios, pero que al mismo tiempo constituyen su vicio, dado por liderazgos, movilización popular y una economía primaria favorable vinculada a la exportación de materias primas, y que puedan reducir los grados de vulnerabilidad y fragilidad cuando dejan de ser gobierno”, manifestó el docente.

Ver entrevista a Diego Conno en Programa «Política Pensada» >>

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