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que vivan los estudiantes

Por Evangelina Méndez, Alfonso Monte y Lucía Giménez
Compilado por Nahue Luna

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Estamos en primavera. Cuando nos juntamos a pensar la revista, teníamos una convicción indiscutible, los/las estudiantes tenían que decir presente. No hay universidad sin sus estudiantes, ni tampoco hay conocimiento sin su protagonismo. Tiramos una pregunta simple como quien desparrama semillas en la tierra: “¿Por qué eligieron esta carrera?”. Y esto fue lo que brotó:

Alfonso y Evangelina están casados, tienen 36 y 37 años respectivamente y estudian juntos la carrera de Trabajo Social en la UNAJ. Viven en el barrio de Gutiérrez, en Berazategui.

“Si tuviésemos que decir quiénes somos, podríamos decir que somos padres de 3 hijos y estamos casados hace quince años y cuatro años de noviazgo previo. Ambos estudiamos el profesorado de primario pero ninguno de los dos lo concluimos. La UNAJ llegó como una oportunidad para poder concluir una carrera que nos apasiona y que está muy relacionada con la docencia. Si tuviésemos que definirnos, diríamos que nos define nuestra fe como cristianos. Sin embargo, esto nunca nos limitó tener un pensamiento político, al contrario, nos llevó a tener una gran vocación de servicio.

Una de las cosas que determinaron para que elijamos esta hermosa carrera de Trabajo Social fue la vocación de servicio que descubrimos en nuestra adolescencia. Para nosotros, la vocación de servicio, es dejar muchas veces las necesidades propias para ver las de otro. Extender una mano al que necesita, no solo en lo inmediato, sino entregando herramientas que lo ayuden a salir de la necesidad. Sea espiritual, material, psicológica, etc.

Primero comenzamos sirviendo en comedores y escuelitas bíblicas en instituciones religiosas, luego se extendió a otro tipo de servicios en la comunidad. En el 2010/2011 hicimos un curso de “Operador Social Comunitario”, donde adquirimos herramientas muy útiles para trabajar con problemáticas sociales. Sin embargo, no alcanzaban para insertarse en un ámbito laboral para aplicar el conocimiento adquirido.

En el 2014 nos enteramos que al año siguiente se abriría la carrera de trabajo social en la UNAJ y ninguno de los dos dudamos en inscribirnos. En la actualidad estamos cursando el 2º año de la carrera y estamos muy convencidos de que es una de las mejores decisiones que hemos tomado. Porque, no solo nos acercó a los aspectos teóricos y prácticos que se necesitan para ejercer como profesionales sino que también nos llevó a problematizar la realidad de tal forma, que ya es imposible naturalizar todo lo que nos rodea.

Nuestras expectativas como futuros trabajadores sociales son, por un lado adquirir herramientas para nuestra intervención profesional. Por otro lado poder comprender, en una lectura más amplia, la concepción de las políticas sociales que según los paradigmas vigentes van a condicionar, en cierta forma, nuestras prácticas profesionales.

Sobre el futuro personal… En principio, nos gustaría ejercer como trabajadores sociales en el campo que nos permita adquirir experiencia y poder así, acercar las políticas sociales a la gente. Por otro lado, nos gustaría capacitarnos aún más, para que en un futuro podamos trabajar en la universidad y en donde sea que se puedan hacer aportes a la conformación de políticas sociales de nuestro hermoso país.”

La experiencia de Lucía es diferente, tiene 19 años, y vive en el barrio de Zeballos en Florencio Varela:

“Desde chica supe que quería estudiar una carrera que me sirva como herramienta para cambiar las cosas que no me gustaban, o me parecían injustas, de la realidad en la que vivía y lamentablemente sigo viviendo.

Cuando estaba terminando la escuela me enteré que «la Jauretche» ampliaba su oferta académica con dos nuevas carreras: Medicina y Trabajo Social.

Lo pensé bastante y me decidí por Medicina, porque el enfoque «social» de la carrera en esta universidad me llamó la atención, aunque siempre pensé que «lo mío» eran las ciencias sociales, muy poco que ver con Anatomía, o nada que ver mejor dicho.

Cursé el primer año pero después no pude entrar porque desaprobé un examen -un poco, bastante, injusto- de ingreso al segundo año. Al tiempo, me di cuenta que había sido un error, que verdaderamente las ciencias sociales eran lo mío, y que no hacía falta ser médica para ayudar a la gente más vulnerable, para cambiar las cosas, entonces volví a mi anterior duda y me decidí por Trabajo Social.

Descubrí una carrera hermosa, que me interesa y me motiva a la hora de ir a cursar o sentarme a estudiar en casa; las materias, los compañeros, las temáticas de estudio y de trabajo, las ideas. Esta es mi carrera y, sobre todo, ésta es MI Universidad.

Espero encontrarme así de cómoda y feliz a la hora de trabajar cuando me reciba, espero que lo que pienso y siento y, también, lo que aprenda me sirva para ayudar, aportar un poquito a cambiar esas cosas que -ya dije- no me gustan de la realidad en la que vivo.”

¡Ya lo dijo Violeta Parra!

(La imagen que ilustra el artículo pertenece al artista ecuatoriano Oswaldo Guayasamín)

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