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Por Mirta Amati (Investigadora CIC-UNAJ y Prof. Asociada de Prácticas Culturales – IEI) y Yamila Ponce (Becaria de Inicio a la Investigación y estudiante de Trabajo Social).

Desde lo local, ¿cómo pensamos las desigualdades, las diferencias y el igualitarismo?

A través de entrevistas realizadas a varelenses, enmarcadas en el proyecto UNAJ- Investiga, analizamos memorias e historias locales sobre la desigualdad

La desigualdad aparece como contracara del igualitarismo, un valor central en las memorias de la historia argentina y también de Varela. Sin embargo, aunque se sostiene que avanzamos en materia de derechos, y con esto somos más igualitarios, las desigualdades siguen persistiendo. ¿Lograremos el igualitarismo sólo con redistribución: “que la tortilla se de vuelta”? ¿se trata de igualdad, de equidad o de incluir diferencias?

Personalmente consideramos que se requiere un cambio en todas las dimensiones: las económicas y estructurales pero también las culturales y socio-comunitarias. Por esto, en esta nota, intentamos que nuestras ideas también sean “colectivas”: escribir “a cuatro manos”, las de una docente-investigadora y una estudiante, e incluir las opiniones de otres.

En el proyecto Unaj-Investiga, indagamos memorias de Varela a través de entrevistas. En las respuestas aparecen recuerdos de experiencias barriales que muestran la desigualdad en el territorio, en distintos momentos históricos y también a quiénes consideran los responsables de esa situación y los encargados de transformarla. Son centrales las políticas del gobierno local pero también la coparticipación de una comunidad diversa y organizada.

¿La desigualdad es culpa de la pobreza o de la riqueza? ¿Algunas causan otras: la desigualdad económica lleva a las sociales y de género? ¿O la lógica cultural patriarcal-capitalista lleva a naturalizar la idea de “la fatalidad” de las desigualdades económicas (“pobres habrá siempre”)?

Desde la época de la colonia, nuestros territorios se caracterizaron por la desigualdad material y simbólica. La historia de nuestro país tuvo periodos de empoderamiento que equilibraron las desigualdades de los sectores populares, donde se recuperaron los ingresos pero también el acceso a la educación, la salud, el transporte, el hábitat. Estos períodos casi siempre fueron interrumpidos por golpes militares y/o mediáticos.

La/os varelenses entrevistada/os recuerdan algunos periodos de ese pasado de Varela y del país. Un pasado donde a pesar de las desigualdades, el hecho de ser un “pueblo grande” hacía que la solidaridad equilibrara esas diferencias. Justamente, los periodos del pasado reciente más recordados, son aquellos donde el Estado dejó de garantizar derechos: la dictadura, el neoliberalismo y el periodo macrista. Tanto en dictadura como en democracia surgieron otros valores que destacan el mérito, la prosperidad individualista y mercantilista, la competencia en lugar de la cooperación con el/la otro/a: “valés lo que ganás y ganás porque hiciste mérito” (se pasó de la olla popular y la carpa del Padre Gino a “que Dios te prospere”). Así también aparece la vergüenza y el estigma de ser pobre o vivir en ciertos barrios, alejados del «centro», del «fondo de Varela». Cuesta ver que eso/as trabajadores/as en negro también son un aporte de mano de obra varelense al enriquecimiento de otros distritos, principalmente, CABA; aporte que podría redistribuirse con la coparticipación.

Ante un Estado ausente y regresivo, las organizaciones y redes comunitarias (parroquias, sociedades de fomento, clubes barriales) fueron el refugio de lo/as varelenses y eso fue posible porque esos grupos históricamente ya estaban constituidos, dando una fuerte identidad a la localidad.

En los recuerdos de lo/as entrevistado/as, históricamente, es central el trabajo de la Iglesia Católica local -de la diócesis de Quilmes- para luchar contra las desigualdades y defender derechos de esos sectores pero también para fortalecer la capacidad organizativa “desde abajo”, desde los propios sectores subalternos. Una “iglesia varelense” salía de los templos, para meterse en los barrios, acompañar ollas populares y la lucha por la tierra y también, por supuesto, los velorios, las peregrinaciones y fiestas como la de Mailín, el Señor de los Milagros. Además de la Iglesia local, las Sociedades de Fomento y los clubes de barrio son instituciones que aportaron al igualitarismo y el “encontrarse a pesar de las diferencias”.

En esas historias, las organizaciones comunitarias lograban no sólo “contener” sino también “empoderar” a esos sectores, mientras el Estado aparecía alejado o ausente, profundizando la desigualdad. Cuando el gobierno municipal sostenía que Varela era un “bolsón de pobreza” (en un momento en que la pobreza estaba asociada a la delincuencia, a la falta de alimento y de saber), reforzaba las estigmatizaciones e inmovilizaba. Por eso se rescata que otras autoridades comienzan a referir al “bolsón de oportunidades”, valorando las bondades del varelense, en momentos de crisis como fue el 2001: en Varela no se saquearon negocios, se atacaba a “la pobreza” (y a sus responsables) pero no a “los pobres”: “no nos atacábamos entre nosotros”. Podemos ver cómo se recuerda la crisis del 2001 en un contexto particular local: las crisis no impactan de igual modo a los distintos sectores socioeconómicos pero tampoco impacta de igual modo en una localidad donde no había grandes diferencias sociales: no había supermercados, grandes almacenes, countries ni barrios privados; no hay “ricos”, ni grandes fortunas. Si bien la desigualdad está presente, la brecha es menor. A esto se suma que “en Varela se conocen todos”.

Por otra parte, hay recuerdos específicos de “avances”, en general en relación a la infraestructura, como la creación del Hospital Mi Pueblo, el Polideportivo La Patriada, el Corsódromo, la Avenida Eva Perón y el paso nivel. Sin embargo, recién con la creación de la UNAJ y del Hospital el Cruce se observa no sólo un avance “personal” (laboral, de redistribución de ingresos, de acceso a la universidad pública) sino un “futuro promisorio” y una apertura hacia “lxs otrxs”: el impacto en el territorio local de las primeras generaciones de universitaria/os, hijo/as de trabajadores varelenses y de “otras” localidades cercanas. Ya no se trata sólo de “lo inmediato”, las necesidades básicas que son imprescindibles satisfacer “ahora”, sino de lo que necesitamos a futuro: derechos sociales y culturales.

En esas transformaciones se reconocen a las políticas públicas como motor para el igualitarismo: se requiere del trabajo conjunto entre “nación, provincia y municipio” pero también la autonomía “local” y la participación comunitaria.

Lo/as varelenses no se consideran “ciudadano/as aislados”, sino pertenecientes a grupos sociales: barriales, religiosos, comunitarios, políticos, etc. Los “vecinos” (que viven en barrios céntricos, provienen de familias tradicionales, van a los dos colegios privados de la zona, son propietarios y comerciantes) y los que viven en “los barrios” (más alejados y periféricos, migrantes internos o nuevos inmigrantes, trabajadores asalariados o informales) son “diferentes pero iguales”. En las entrevistas, el igualitarismo no sólo es un valor sino que la búsqueda de mejora depende de que mejoren “todos los sectores”, no de que “algunos se vayan”.

Por supuesto que los relatos y las memorias “idealizan” nostálgicamente el pasado, pero es un valor que tiene efectos en las prácticas concretas. Esa “mancomunión” entre diferentes sectores socio-económicos es lo que diferencia a Varela de otras localidades. Por eso la UNAJ o el Hospital El Cruce son signos de que ese futuro es posible y acorta brechas. Si el Estado, además de seguir cuidando estas instituciones, garantiza los servicios básicos (electricidad y gas pero también conexión a internet y computadoras) “lxs varelenses responden”, porque están aquí no como individuos pasivos sino como “un pueblo grande”, una comunidad con diferencias, y por supuesto con conflictos, pero dispuesta a la acción colectiva.

Universidad Nacional Arturo Jauretche
Calchaquí 6200 (1888), Florencio Varela, Pcia. de Buenos Aires, Argentina
Tel: +54 11 4275-6100 | www.unaj.edu.ar

ISSN 2545-7128

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