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Por Micaela Erhart, Belén Rodríguez, Rocío Rodríguez y Nayla Sosa, estudiantes de la carrera  de Trabajo Social de la Universidad Nacional Arturo Jauretche

“El trabajo sexual en la mira: la estigmatización y los estereotipos”

A partir de las vigentes discusiones sobre las problemáticas de género, como: el rol de la  mujer en nuestras sociedades, la brecha salarial entre hombres y mujeres, la libertad de  elección sobre el cuerpo, etc. Consideramos necesario profundizar sobre un colectivo  social, que se encuentra invisibilizado, como lo son las/los trabajadoras/es sexuales.

Partiendo de la construcción social y cultural en torno a la figura de la “puta”, tomamos como protagonistas a las trabajadoras sexuales ​ por elección, las cuales encabezan una lucha en pos de regular desde el Estado, sus condiciones laborales. En Argentina, este debate se institucionaliza desde la creación de la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (de ahora en más, AMMAR), en 1994 y a nivel continental, en 1997 con la creación de la red de mujeres Trabajadoras sexuales en Latinoamérica y el Caribe (REDTRASEX).

La significación del rol de la trabajadora o el trabajador del sexo fue mutando a lo largo de la historia. Los primeros indicios sobre la estigmatización de este grupo social, datan de 1864 cuando el Parlamento Británico sanciona las leyes de “enfermedades contagiosas”, otorgando la mayor responsabilidad a las mujeres que se dedicaban al trabajo sexual. Calificando su accionar como inmoral y como portadoras/transmisoras de enfermedades sexuales. Ya que, no respetaban las normas culturales de mantener relaciones sexuales dentro del matrimonio y solo con el fin de procrear (Daniela Heim, 2006). Cabe destacar que esta situación se da en un contexto Capitalista, el cual necesita para su funcionamiento, establecer un orden social y moral, legitimando ciertos modos de vida; desvalorizando y estigmatizando otras formas. Así el trabajo sexual queda fuera del modelo capitalista, moderno, patriarcal y eclesiástico.

En 1970 se aprueba el “Manifiesto de las trabajadoras del sexo” donde se reivindica esta actividad laboral. Así, como también la transformación conceptual, de “prostituta” a “trabajadora sexual”, que intenta hacer hincapié, en el respeto por los derechos civiles y humanos de las personas que tienen un intercambio consensuado de sexo por dinero, lo que permite libertad e independencia económica a los/as trabajadores/as (Russo, 2017).Además, este cambio de visión, sirve como herramienta para evitar la estigmatización de los y las trabajadoras. Otra herramienta fundamental que les otorga voz y representación política, es el sindicato de las trabajadoras sexuales, AMMAR, donde también pueden pensarse como trabajadoras, que cuentan con derechos.

Actualmente las y los trabajadoras/es sexuales sufren cotidianamente la desidia del Estado, padeciendo violencia institucional por las fuerzas de seguridad, en centros de salud, en instituciones educativas y con diferentes profesionales, que en gran parte toman medidas asistenciales y paliativas. Estos mismos, realizan un diagnóstico, que en la mayoría de los casos, tiene como eje problemático el ejercicio de su profesión. Lo que aumenta aún más la estigmatización y la exclusión de este colectivo.

Como estudiantes de Trabajo Social y como futuras/os licenciadas/os, tenemos la incumbencia, según la Ley Federal del Trabajo Social (27.072), de defender, reivindicar y promocionar el pleno ejercicio de los derechos humanos y sociales, en distintos colectivos de personas las cuales atraviesan en su cotidianidad, situaciones de exclusión. Pensando en los diversos ámbitos laborales, tomamos a esta situación como un eje transversal, es por esto, que insistimos en repensar el trabajo sexual, desde la perspectiva de derechos que caracteriza al trabajo social.

Entonces, ¿Cómo pensar una intervención sin reproducir estigmas sociales?. Las trabajadoras sexuales, se organizan para luchar por el reconocimiento de sus derechos laborales y para erradicar la estigmatización social y cultural. No necesitan que nadie les devuelva la dignidad, ni las sometan a cuestiones morales, ni mucho menos que las reinserten en una sociedad de la cual ya son parte; sino que intervengan en sus realidades desde una perspectiva de derecho, lo que contempla escuchar y comprender sus problemáticas más allá del trabajo que realizan.

Los y las invitamos, a repensar la siguiente frase escrita en una publicación de Instagram por Georgina Orellano, secretaria general de (AMMAR) : ​ “Las veces que me arrodille y me arrodillo lo hago con la misma dignidad con la que cada trabajador/a realiza su trabajo y explota sus manos, sus piernas, sus espaldas, sus conocimientos. No se equivoquen compañeros: estar de rodillas es un trabajo[1]​ .

[1] Recuperado de: https://www.instagram.com/p/BoINXTGHgHw/?igshid=1dgvzm5kj7isi


Bibliografía:

  • Carpeta Institucional AMMAR.(2011) Buenos Aires, Argentina. Recuperado de:​ http://www.ammar.org.ar/Carpeta-institucional.html
  • Claudia Russo (2017). “Prostitución y trabajo sexual: ¿Derechos ganados o vulneración de derechos?”. Tesis de Grado. Facultad de Psicología. Universidad de la República. Uruguay.
  • Daniela Heim. (2006). La prostitución a debate: el abolicionismo desde la perspectiva de la defensa de los derechos de las trabajadoras sexuales. Nueva Doctrina Penal, 2, 441- 467. España.
  • Ley Nº 27.072 Ley Federal del Trabajo Social. Buenos Aires, Argentina.16 de Diciembre de 2016
  • Mercedes D’Alessandro. (2017). “Economía Feminista”. Sudamericana. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.
  • Proyecto de Ley del “Trabajo Sexual Autónomo”. (2013). AMMAR. Buenos Aires, Argentina.
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