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Por: Lic. Esteban Unamuno, docente Carrera de Trabajo Social UNAJ.
Lic. Cecilia Morales, docente y nodocente Carrera de Trabajo Social UNAJ

Meritocracia

«¡Si se puede! si se puede!», «¡Esto me lo gane yo!», «¡Hay que pagar lo que valga su trabajo!» «¡Hay que salvarse uno!», «¡No vuelven nunca más!»… son frases que recorren el sentido común epocal.

Un sentido común que se caracteriza por una lógica individualista propia del capitalismo actual. Este sentido egoísta, reduccionista y mezquino, presenta a la meritocracia como la forma de entender y valorar las acciones y logros de los sujetos.

El fuerte ímpetu desde retóricas que se sostienen a partir de características ahistóricas, individuales, y de competencia de mercado, no son nuevas.

No obstante el gobierno de cambiemos se ha inscripto en esta lógica y ha reforzado estos sentidos. Podemos decir que la fortaleza del actual gobierno ha sido, interpretar y poner en palabras y acciones, un clima de ideas que no cuenta con una organicidad ideológica clara, pero sí con una fortaleza cultural ligada al papel central del individuo, y que conforma sentidos comunes sobre cuestiones, laxas, vacías, y fugaces.

Las políticas económicas y redistributivas del actual gobierno, motorizadas bajo la impronta del capital financiero, y los intereses de los grandes capitales, lejos de disminuir las desigualdades las han profundizado.

De esta manera, la desigualdad no solo crece hacia lo material, sino que simultáneamente, crea, expresa y refuerza valores de una subjetividad capaz de defender las más crudas injusticias desacreditando sujetos bajo la lógica del desmerecimiento, usos inadecuados, o hasta el no reconocimiento del otro, como parte de su cotidiano.

Nuevamente posicionamientos desde las ideologías de las élites vuelven a presentarse como faros de “civilización y modernidad”, mientras que hacia los sectores populares retornan las miradas que los identifican como focos de carencia e irracionalidad.

¿Pero qué sucede en nuestra carrera hoy en día? ¿Cómo se afronta desde los estudiantes y docentes, los conflictos que nos trae aparejado la igualdad de oportunidades?

Dubet nos advierte que cuando los individuos se encuentran en una situación de competencia por la obtención de bienes relativamente escasos o muy jerarquizados tienden a optar por la desigualdad, aunque digan lo contrario. Es decir, los sujetos se agrupan por intereses afines y ante el miedo de identificarse con poblaciones vulnerables, expresan bronca y cansancio respecto a retribuciones a estos sujetos que consideran distintas de sí.

El autor entiende que más allá de los condicionantes sociales que disponen posiciones en los sujetos, estas acciones se sostienen en acciones dotadas desde una racionalidad con arreglos a fines, en términos weberianos, que lejos de chocarse con acciones no buscadas, sostienen una intención y direccionalidad concreta, en la búsqueda de la diferenciación (individual).

La solidaridad, las prácticas colectivas, la integración encuentran su desdén, y los sujetos colectivos devienen en meros individuos. Las políticas económicas desafilian y arrojan a los individuos a lógicas de competencia y salvataje individual.

¿Cómo nos posicionamos frente a esta situación en la donde en nombre del diálogo, del progreso, de la unión, se llevan a cabo prácticas autoritarias, expulsivas, y en contra de lo colectivo?

¿Es posible construir una carrera que salga de estos diagramas? ¿El trabajo social puede ser un lugar de resistencia? ¿Es posible pensar abordajes individuales? ¿Trabajo social para qué? ¿resistir, transformar, sostener, analizar?

La historia de nuestro país, muestra que la organización colectiva es parte de las resistencias del avance del capital. ¿Pero hasta donde logran doblegar al avance que empuja el capitalismo y su fuerza en la individuaciòn de las subjetividades? ¿Brasil y la posible presidencia de Bolsonaro no se presenta como un caso de profundización de ello? ¿Hasta dónde las campañas en contra de la ley de ESI, no descansan similares postulados de supuestos derechos individuales?

Ante este panorama el movimiento feminista ha puesto en agenda no solamente la temática a debatir, sino las formas a organizarse. Las jornadas de agosto y septiembre han marcado un antes y un después en las movilizaciones de los últimos 20 años. El último Encuentro Nacional de Mujeres, llevado a cabo en Trelew, en este último mes, marca que lo que ocurrió en los meses anteriores no fue una simple ola, sino que es una gran marea.

¿Pero entonces qué hacer desde nuestros espacios universitarios, laborales y cotidianos?

Nuestra propuesta frente a este escenario, es la de escribirnos, compartir experiencias, politizarse. Frente a lo individual proponemos lo colectivo, frente a la incertidumbre proyectos, frente al olvido la memoria, frente la indiferencia la presencia.

Por ello, recae en nuestro colectivo docente-estudiante, construir una carrera con un sólido compromiso social y sentido comunitario. El cual refuerce y sostenga una mirada colectiva, inclusiva, y de fuerte ímpetu en la promoción de derechos. Será responsabilidad de todes repensar la justicia social.

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