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Por Ana J. Arias, trabajadora social, doctora en Ciencias Sociales, docente e investigadora, UNLP y UBA.

Pobreza e inclusión

En Argentina nos encontramos en un momento en que proliferan discursos que colocan en un lugar más degradado aún a las poblaciones pobres, a pesar de apelar a palabras caras al progresismo, como por ejemplo, autonomía, emprendedurismo, etc., consideramos necesario volver sobre la necesidad de politizar la idea de pobreza y sobre el lugar que en América Latina tiene este vínculo como para aportar al debate de la intervención social en general y especialmente del trabajo social de este momento histórico.

Quizá la crítica que realiza Enrique Dussel a la idea de inclusión pueda servirnos para interpretar este momento.

Dussel plantea que la idea de inclusión implica subsumir “lo otro en lo mismo”.

Los excluidos no deben ser incluidos (sería como introducir al Otro en lo Mismo) en el antiguo sistema, sino que deben participar como iguales en un nuevo momento institucional (el nuevo orden político).No se lucha por la inclusión sipo por la transformación- Contra Iris Young, Habermas y tantos otros que hablan de “inclusión”.
La democracia crítica, liberadora o popular (porque el pueblo es el actor principal) pone en cuestión el grado anterior de democratización alcanzado; ya que la democracia es un sistema a ser reinventado perennemente.
(Dussel, 2012: 132)

Si somos conscientes del lugar sistémico que la pobreza que no es una característica de pequeños grupos, sin una condición que atenta contra la dignidad de una parte significativa del continente, pensar que es posible la inclusión niega que es la misma estructura del adentro, de lo incluido, lo que genera esta el trato desigual hacia contingentes poblacionales enormes.

Sin embargo, seguir construyendo un status de pobreza individualizante de las responsabilidades en las víctimas, dar forma a un vínculo asistencial con estas características es atentar contra los derechos de los pobres. Las necesidades de pensar cómo la sociedad incide en las cuestiones conductuales no puede limitarse a los pobres. Los lugares desde dónde operar tienen que tener otros.

En su libro para una política de la liberación Dussel plantea que todos los procesos cuando reconocieron los derechos de los “otros” solo pudieron incluirlos realmente cuando transformaron las instituciones valorizando al otro. No hay posibilidad de superar las situaciones de pobreza incluyendo a los pobres en los mismos esquemas que generan su condición. No hay posibilidad de cambiar la situación de pobreza activando individualmente a los pobres, sino modificando los vínculos sociales que estructuran la condición.

La mera reproducción de la vida del pobre exige tales cambios que, al mismo tiempo, produce el desarrollo civilizador de todo el sistema. Afirmación de vida de la víctima es crecimiento histórico de la vida toda de la comunidad. Es a través de la solución de la insatisfacción de los oprimidos, los últimos, que los sistemas históricos han progresado.
La política, ensus sentido más noble, obedencial, es una responsabilidad por la vida en primer lugar de los más pobres. Esta exigencia normativa fundamental constituye el momento creativo de la política como liberación.
(Dussel, 2012: 128)

Para esto es necesario construir una mirada que reconozca potencia en los sujetos pobres. Las y los trabajadores sociales sabemos sobre los problemas y penurias de los pobres pero también de su energía y de su potencia para pensar nuevas reglas del juego, nuevas formas institucionales que generen condiciones más dignas para desarrollar la vida, no sólo de los pobres, sino de todos los que formamos parte de nuestros pueblos.


Bibliografía citada:

Arias, A. (2012) Pobreza y modos de intervención. Aportes para la superación del modelo de asistencia y promoción, Buenos Aires, Ed. Espacio.

Dussel, E (2012) Para un política de la liberación. Buenos Aires: Editorial Las cuarenta/Gorla.

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